miércoles, 15 de septiembre de 2010

detextosescritosenservilletasdebares.

I

Caminas por la calle oscura sin destino aparente. Tenías un par de compromisos por cumplir pero ninguno importa ya. No en este estado. Sabes que igual no podrás concentrarte. Piensas en los mil destinos, en los diferentes caminos que podrías tomar. Cierras los ojos para visualizarlos pero no te decides por ninguno. Tan solo te sientas a esperar.

En el umbral de la vereda bajo un potente foco de luz una pareja discute y se besa. Te aproximas a ellos para sentarte en el escalón, pero lo suficientemente lejos como para no entrometerte. Enciendes un cigarrillo y una sombra te interrumpe la primer pitada.

Ella, te acerca una flor roja.

Tu la miras, la hueles; secretamente la deseas y hasta secretamente te imaginas todo lo que podrías hacer con ella. El tiempo se detiene un segundo pero ella no.

Te mira detenidamente y camina. Lo piensas un segundo, y tirando el cigarro decides seguirla; a veces el mejor camino para seguir es el del destino. Luego de varias cuadras un callejón te hace perderla. Giras en él dispuesto a perder tiempo, si ella no aparece, igual deberás decidir que es lo que deseas hacer. Buscas nuevamente los cigarrillos, pero no los encuentras, deben haberse caído en el transcurso del caminar. Vacias tus bolsillos y encuentras la carta causante de tal expedición nocturna. No tienes tiempo de leerla, al abrirla, Ella aparece con sus tacos altos y su tapado de cuero, cuan personaje de película de acción. La miras un instante y te besa.

Podría ser el lugar perfecto para cometer la acción, pero rápidamente y sin pensarlo, te encuentras en su apartamento a pocas cuadras de aquel callejón. Un antro oscuro y de reducido tamaño, con pequeñas ventanas que dan al contrafrente. Un monoambiente, perfectamente decorado, con una amplia cama destendida, una mesa ratona, unos sillones y una heladera funcionando como cocina.

- ¿Deseas tomar algo? – te pregunta.

- Un poco de agua estaría bien.

Miras extrañado a tu alrededor preguntándote que es lo que tu estarías haciendo allí. Tomas el agua y te exige:

- Ponte cómodo. Estaremos un buen rato aquí.

Piensas en quitarte el abrigo. Era una noche fría pero el clima del apartamento no tenía nada que ver con el exterior. Así mismo, solo atinas en sentarte en la cama y preguntarle:

- ¿Y tu quién eres?

¿De verdad importaba eso?

II

A la mañana siguiente encuentras tu cuerpo transpirado en su colchón. Miras alrededor y no logras encontrarla. Te enderezas un poco y la ves sentada en el borde de la ventana, jugando con la flor que la noche anterior te había regalado.

Qué bicho extraño, piensas. La noche anterior no habías podido contemplarla bien, probablemente por la oscuridad, o quizá a raíz de la situación, el hecho, era que esa niña no debía tener más de diez y nueve o veinte años. Era una muchacha alta, flaca, morocha. Un tipo de mujer que claramente podría tener un listado de pretendientes detrás, ¿Por qué habría, una muchacha así de andas buscando amantes desconocidos en medio de la noche?

- Perdón, te los saqué ayer. Espero no te moleste – Dice, mientras fuma uno de tus cigarrillos.

Niegas con la cabeza, y te acercas a robarle una pitada. Mira el reloj y se despide.

- Puedes quedarte aquí si lo deseas. Yo debo irme. Tengo una clase. Pero no vuelvo tarde.

III

Era estudiante de teatro. Vivía sola desde hace más de un año. Te contó luego, que había compartido ese departamento previamente con una amiga y con un novio. Ninguna de esas experiencias habían resultado. Su familia era de Coneticut, pero ella se había mudado al centro para aplicar en la Escuela de Drama. Además de eso gustaba de componer y tocar la guitarra. No era amante de la cocina, pero tampoco era que comiera en demasía. No acostumbraba a salir y tenía un gato pequeño al que había adoptado, pero que desaparecía por temporadas.

Luego de tres meses de convivencia, tomó sus cosas y partió. Nuevamente recorría, solo, las calles de Nueva York. Le había surgido la posibilidad de actuar en Chicago, y no tenía mucho por lo que dudar. Le dejo el gato a la vecina, sabía que él no podría cuidarlo y dejándole una nota se marchó.

Nuevamente caminaba entre umbrales y cigarros. En esta época del año hacía más frio. Asemejaba la navidad, y luces rojas y verdes alumbraban su camino. Empezaba a nevar y su cigarrillo se apagó.

Se sentó en un escalón para esperar a que la noche pasara.



miércoles, 14 de julio de 2010

magia.

Siempre creí en las fuerzas de atracción. En las fuerzas que hay entre personas, en las que existen en las relaciones y en las que no existen también. En la fuerzas que hay entre uno y los objetos (vamos, todos tenemos objetos de los que no nos queremos desprender, yo por mi parte continúo guardando 3 muñecos especiales en mi placard) , entre uno y las cosas que realizan, entre las cosas que le hacen bien y las que no.
Y esas dos fundamentales: la fuerza entre las cosas que a uno le hacen de maravilla, y que no puede creer el por qué, ni tampoco quiere cuestionarla mucho y la fuerza entre las cosas que a uno no le hacen bien pero que no puede dejar de hacer pero tampoco sabe el por qué.

Hoy me levanté pensando en eso: en qué cosas me hacían bien y qué cosas no, pero que yo mantenía igual, y que cosas ya no mantenía o no quería mantener.
Me di cuenta también, que todos tenemos una fuerza de atracción a algunas cosas. Y hagan bien o mal algunas son mágicas, y te hacen ser como sos. Te hacen brillar en una frecuencia diferente. En tu propia frecuencia. Y no puedo evitarlo, me encantan.
Me encanta eso, la gente que brilla en su propia frecuencia. Creo que si uno ve gente así no puede perderla de vista. Porque son de las estrellas que más valen.
Salí a caminar, esperando encontrarlas.
Con gente así uno no teme estar solo.

domingo, 25 de abril de 2010

vos brillas

no se si hoy tenia ganas de escribir.
ando medio estática últimamente. quizá solo necesite descansar un poco.
y re-acomodar algunas ideas.
si, me parece que eso es mejor. unbalzado de agua fresca y a otra cosa.
total todo esta bien. y el sol brilla cuando esta todo bien, aunque haga frio.

sábado, 10 de abril de 2010

y más cuando todavía quiero hacerlo.

hoy sentí ganas de escribir y lo hice. Sabía también, que cuando llegara a casa podía entrar acá para seguir haciéndolo. Tuve un tiempo abandonado esto, y es que aunque tenga otro blog que pinta más intelectual, más godard y que yo quisiera que fuera como abrir una nueva etapa, a veces cuando las nuevas etapas se abren no se puede negar igual que uno sigue sintiéndose cómoda con algunas viejas cuestiones. Cuestiones como estas. Es como si acá estuviera más en casa, y es raro para mi sentirme en casa en algún lugar.
Pensaba en desempolvarte hoy. Pensé en desempolvar un montón de viejas cuestiones, tratando de no negar muchas cosas y de dejarme ser un rato. Ser de verdad.
Sabía que algunas cosas estaban hechas para durar. Como estas cosas, como esas cosas en las que uno se siente cómodo.
Qué lindo poder hoy sentirme un poco más así. Aunque sea por un rato nomás.
Que lindo saber que todavía hay cosas que no entiendo, y que me hacen ruido.
Que lindo saber que está el aire de la ventana para refrescarme cuando todavía tengo ganas de pensar y de sentir.





que bueno saber que todavía estás. en alguna partícula de esta vida.